Cuatro
centímetros y treinta segundos
La
memoria crea y define nuestra identidad, el sentido de quiénes somos y de cómo
somos. Toda la información a la que estamos expuestos en nuestro día a día y
que recibimos por los sentidos, entra al cerebro y se va procesando y
almacenando para luego nutrir y forjar lo que somos.
Hay
quienes comparan este proceso con el funcionamiento de un computador:
codificación de los datos que entran, clasificación y almacenamiento y luego la
recuperación de esa información. Pero la neurobiología se ha encargado de
demostrar que el cerebro funciona de una manera muchísimo más compleja. Cuando
se envejece, por ejemplo, las funciones cerebrales cambian: algunas se vuelven
más lentas y otras a cambio, más agudas –se dificulta memorizar un número de
teléfono pero la comprensión de fenómenos generales se aclara.
Casi
todos pensamos que la memoria de corto plazo es la que nos permite recordar
eventos que han sucedido hace horas, días. Y que la de largo plazo nos trae
recuerdos más lejanos, que nos pueden llevar hasta a la infancia. Pero no es
así. La neurobiología nos cuenta que la memoria de corto plazo es un proceso
que dura como máximo treinta segundos.
Así
cuando estamos en un aeropuerto y nos dicen que nuestro avión sale por la
puerta 6A, si no repetimos al menos un par de veces la información, o miramos
en el tiquete el número, ya no sabremos por donde sale el avión. Si por el
contrario hemos asociado el 6A con algo, si lo hemos “fijado” con cualquier
recurso, ya esa información entra a formar parte de la memoria funcional, y se
quedará guardada sin peligro de perderse, así el avión se atrase y nos dé por
irnos a tomar un café o a distraernos en una librería.
El
trabajo de la memoria funcional, consolidar, lo hace una estructura del cerebro
con forma de caballito de mar, el hipocampo, sumergido en las profundidades de
nuestros lóbulos temporales. Sin el hipocampo, no es posible fijar, más allá de
los treinta segundos, toda la información que recibimos por el olfato, el oído,
el tacto, el gusto, es decir todo lo que nos permite pensar, elaborar, crear,
imaginar, querer, sentir, sufrir.
Eso
fue lo que le sucedió a un hombre conocido hasta el año 2008 como H.M., cuando
murió y se le dio su nombre completo, Henry Gustave Molaison.
Henry
vivió una infancia feliz con sus padres hasta que a los diez años empezó a
sufrir lo que se llamaba hasta casi mediados del siglo pasado, un mal menor
(petit mal), una especie de estupor que duraba poco y que lo alejaba del
entorno. Cerraba los ojos y sudaba. Contaba a sus padres que se había ido y que
no recordaba nada. Los empezó a sufrir a diario y a medida que crecía, su
número aumentaba. Ya en la adolescencia pasó a ser un mal mayor, ataques epilépticos
que lo alejaban de la escuela y que día a día lo incapacitaban más. Empezó a
recibir dosis masivas de anticonvulsionantes, sin mejoría alguna.
Henry
había sufrido un accidente con su bicicleta alrededor de los siete años, aunque
no son muy claras las circunstancias. El resultado sí. Empezó a visitar médicos
y especialistas aunque después de varios EEG no se encontró ninguna lesión en
su cerebro. Las convulsiones se volvían cada vez más fuertes y a la edad de 27,
sin mayores esperanzas, con el consentimiento de sus padres y el suyo propio se
decidió recurrir a “un procedimiento bastante experimental”, como lo definiría
el mismo neurocirujano, William Scoville.
En la
cirugía, a Henry le fueron removidos cuatro centímetros de tejido en ambos
lóbulos temporales. En ese tejido se fue gran parte del hipocampo y toda la
amígdala, el lugar donde residen las emociones.
La
neurocirugía era práctica común alrededor de 1953 –año de la de Henry– para
remediar la epilepsia. Salvo otros dos casos, estos con malformaciones
congénitas en sus cerebros, el caso de Henry fue único: sus ataques de
epilepsia cesaron pero pronto fue evidente que algo terrible, devastador,
irreversible había pasado. Henry no podía recordar nada posterior al día de la
cirugía. Su hipocampo perdido no le permitía consolidar la memoria de corto
plazo –que permaneció intacta pues reside en otra región del cerebro que no fue
tocada– y salir más allá de los sesenta segundos que eran lo único que le
quedaba, imposibilitando para siempre la formación de una memoria de largo
plazo en lo que le quedaba de vida después de la cirugía.
La
razón para que Scoville extrajera más tejido del usual se debió a que durante
toda la preparación para el procedimiento fue imposible localizar, como se
hacía con otros pacientes, el lugar de la lesión que causaba las convulsiones.
Sin embargo, Scoville siempre habló de la cirugía como de “trágico error” y
nunca más volvió a realizar ninguna.
Lo
que fue un terrible desastre para Henry Molaison, permanecer atrapado todo el
resto de su vida en un permanente tiempo presente, para la neurobiología fue un
más que precioso tesoro. Gracias a él, el hipocampo pasó a identificarse como
el centro de la memoria, entre otros muchos hallazgos.
Quien
se encargó de preservar ese legado fue la neurocientífica del MIT, Suzanne
Corkin, quien dedicó su vida a estudiar a Henry. No sólo cuidó de que se lo
respetara en su total integridad de ser humano sino que fue más que cuidadosa
en escrutar hasta el agotamiento a todos los científicos que se acercaban a él.
Por ello Henry, descrito por todos como un hombre tranquilo y apacible, recibió
la mejor atención posible.
Henry
fue objeto de miles de estudios y pruebas de los que él, por supuesto no
guardaba ningún recuerdo. Corkin entraba cada mañana y a su saludo él respondía
como si fuera la primera vez que la viera. “Permanent Present Tense” es el
precioso libro que narra las experiencias neurobiológicas, los estudios
sicológicos, los estudios de aprendizaje, entre muchos otros, realizados por Corkin
y su equipo durante más de cuarenta años
con Henry.
Preguntada
si se había logrado establecer algún vínculo entre ella y su paciente, Corkin
es clara al decir que del lado de ella sí, que si no de qué otra manera se
explica que estuviera subida en una silla por horas, mirando por una ventana de
la morgue cómo el cerebro de Henry era tomado de su cráneo.
Ahora,
el cerebro de Henry, cuidadosamente preservado en parafina, ha sido cortado en
2401 finísimas tajadas, que con las técnicas actuales, y a disposición de quien
lo solicite, permitirá realizar estudios inimaginables. El dolor de una memoria
perdida, ayudará a remediar males cerebrales de miles de millones de personas.
Por algo el de Henry es el cerebro que lo cambió todo.
4 سنتيمتر و30 ثانية
تخلق الذاكرة
وتحدِّد ذاتنا أو هويتنا الشخصيّة، أي معنى من نكون وكيف نكون.
فكل المعلومات التي
نتعرّض لها بيومياتنا، ونستقبلها من خلال حواسنا:
تدخل إلى الدماغ وتتعرّض للمعالجة
والتخزين، كي تقوم بتغذية وتكوين ما نكونه (هويتنا).
يُقارن البعض بين هذه العمليّة مع الوظيفة
التي يؤديها الحاسوب:
من ترميز البيانات الداخلة وتصنيفها وتخزينها، لتُستعاد وتُستخدَم لاحقاً.
لكن، علم أحياء الأعصاب، قد تبنّى إثبات أنّ عمل
الدماغ أكثر تعقيداً بكثير من هذه المقارنة.
فعندما نتقدّم بالعمر مثلاً،
تتغيّر وظائف الدماغ، حيث يصبح بعضها أبطء، وبعضها الآخر أدق – حيث
يصعب تخزين رقم هاتف، لكن، يحدث فهم الظواهر العامّة بصورة أفضل (بفضل مُراكمة الوعي والمعلومة .. فينيق ترجمة).
نفكِّر كلنا، تقريباً، بأنّ حضور الذاكرة ضمن
مدى قصير، هو ما يسمح لنا بتذكُّر ما قد حصل منذ بضع ساعات أو بضعة أيام.
لكن، على
المدى الطويل، سنتذكّر الأحداث الأبعد زمنياً، حتى تلك التي تعود لفترة الطفولة.
لكن، الواقع ليس هكذا.
حيث يُخبرنا علم أحياء الأعصاب بأنّ الذاكرة على المدى
القصير، هي عمليّة تدوم 30 ثانية كحدّ أقصى!!
هكذا، عندما نتواجد في مطار، ويقولون لنا
بأنّ طائرتنا تخرج من البوابة رقم 6، ففيما لو لا نكرّر المعلومة لمرتين على
الأقلّ، أو نراجع البطاقة للتأكُّد من الرقم، فلن نعرف من أين ستخرج الطائرة!!
لكن،
فيما لو نقرن رقم البوابة 6 بشيء ما، فيما لو نربطه بأيّ شيء، فستشكل هذه
المعلومة، وقتها، جزءاً من الذاكرة الحيّة، والتي ستُحفَظ دون التعرُّض لخطر الفقدان، هكذا، سنمتلك الوقت لتناول القهوة أو تسوُّق الكتب بزاوية مخصصة بالمطار.
عمل الذاكرة الحيّة
ودعم هذا العمل أو الذاكرة العاملة:
يتم من خلال بنية دماغيّة لها شكل يشبه شكل فرس البحر وتسمى الحُصين، والمتواجدة بعمق الفصّ الصدغيّ.
فدون الحُصين، لا يمكن التركيز لأكثر من 30 ثانية، وبكل المعلومات التي نستقبلها
من خلال حواس الشمّ، السمع، اللمس، الذوق، أيّ كل ما يسمح لنا بالتفكير، التحضير،
الخلق، التخيُّل، الرغبة، الإحساس والألم.
وهذا ما حدث مع رجل معروف حتى العام
2008 باسمه المُختصر بحرفي إتش إم، حيث توفيّ وصُرِّحَ عن إسمه الحقيقيّ للمرّة الأولى وهو هنري مولاسون.
عاش هنري طفولة سعيدة مع أبويه
وحتى بلوغه العام العاشر، حيث بدأ يعاني مما سُميَ، حتى أواسط القرن المُنصرم، نوبة صرعية مصحوبة بغيبة، وهو
نوع من الخَبَلْ، الذي يستمرّ لوقت قصير ويقوم بإقصاء المريض عن الواقع (البيئة
والمحيط).
أغلق عينيه وتعرَّق. روى لأبويه بأنّه رحل ولا يتذكّر شيئاً. بدأ
يعاني من الأمر يومياً ولأكثر من مرّة. وعندما بلغ عمر المراهقة، تفاقم المرض
وأصابته إضطرابات أقصته عن المدرسة، قدموا له جرعات مضادة للإضطرابات، لكن، لم تقدّم له أيّ
تحسُّن يُذكَرْ.
كان قد تعرّض هنري لحادث خلال قيادته
لدراجته الهوائيّة بعمر 7 سنوات، لكن، بالرغم من عدم وضوح كل ملابسات هذا الحادث،
فقد تدهور وضعه إلى وضع مرضيّ مؤرِّق.
بدأ بزيارة الأطباء والأخصائيين، ولم يعثروا
على أيّ خلل بالدماغ إثر قيامهم بعمل تخطيطات دماغيّة عدّة.
قويت الإضطرابات بإضطراد، وهذا ما دفعه بعمر 27
عام، ودون تعليق آمال كبيرة، وإثر موافقة والديه وقراره هو، باللجوء لتحقيق "عملية إختباريّة" كما عرّفها جرّاح العصبيّة ذاته ويليام بيشر سكوفيل.
في العمليّة الجراحيّة، أزاحوا 4
سنتيمتر مربّع من نسيج الفصين الصدغيين الدماغيين.
حيث شكّل الحُصين وكامل اللوزة الدماغيّة الجزء الأكبر من هذا النسيج، وهي منطقة توطُّن الأحاسيس ضمن
الدماغ.
شاع العمل الجراحيّ العصبيّ بحدود العام
1953 – وهو العام الذي حاول هنري ممارسة العلاج من الصرع (كمرض مُحتمل بحالته
الغامضة).
وقد حضر إستثناءان يتعلقان بتشوهات معرفيّة - تعليميّة بدماغ
حالتين لشخصين، أما حالة هنري فهي فريدة من
نوعها، فقد توقفت هجمات الصرع، لكن، ظهر شيء مُريع ومُتلِف وغير قابل
للإنعكاس بسرعة.
لم يعد يتمكّن هنري من تذكُّر أي شيء بعد
إجراء العمليّة. فقد تسبّب غياب الحُصين بعدم تقوية الذاكرة على المدى القصير – والتي
بقيت سليمة حيث تُقيم في منطقة أخرى من الدماغ لم تُمّس – والذهاب أبعد من زمن 60
ثانية بالذاكرة وهو الشيء الوحيد الذي تبقى له، واستحالة دائمة لتشكيل ذاكرة على
المدى الطويل بالزمن المتبقي له للعيش بعد إجراء العمليّة الجراحيّة.
السبب الذي حدا بالدكتور سكوفيل لإستخراج نسيج أكثر من
المعتاد، بحيث أنّه خلال عمليّة التحضير للعمليّة، إستحال تحديد الموقع، كما
حصل مع مرضى آخرين، أي مكان المشكلة التي تسببت بحدوث الإضطرابات. مع هذا، تكلّم الدكتور
سكوفيل، بشكل دائم، عن الجراحة "كخطأ مأساويّ" وأنّه لن
يعود لإجرائها أبداً.
المرعب في وضع هنري هو مَسْكْ باقي حياته في لحظة زمنية راهنيّة؛ ويا لها من مفارقة، فقد شكّلت حالته كنزاً رائعاً
جديداً لعلم أحياء الأعصاب!!
فبفضل حالته تلك، تمكنوا من تحديد الحُصين كمركز
للذاكرة، بين إكتشافات هامّة أخرى.
فهي لم تهتم
بالحالة من مُنطلق إحترام سلامة هنري الكاملة فقط، بل بالتدقيق وإستنفاذ كل أنواع
العلاج الممكنة من قبل كل من أشرف على علاجه. ولهذا، يجري وصف هنري بأنّه هاديء
ولطيف، وقد تلقّى أفضل رعاية ممكنة.
تعرّضت حالة هنري لآلاف الدراسات
والإختبارات، والتي لا يتذكّر هو منها أيّ شيء.
وكلما سألته كوركين، كل صباح عن صحتّه:
أجابها، كما لو أنّه يراها لأوّل مرّة.
وقد نشرت كتابها الحاضر الدائم (غلاف الكتاب أعلاه)، الذي تروي فيه معلومات حول الإختبارات الأحيائيّة العصبيّة، الدراسات
الإجتماعيّة ودراسات التعليم، بين أشياء أخرى كثيرة، بالإشتراك مع فريقها خلال
أكثر من 40 عام من العناية بالسيّد هنري.
جرى سؤالها عن إمكانيّة إقامتها لعلاقة ما
بينها وبين مريضها، أجابت كوركين بأنها أمضت ساعات وساعات
مع هنري، متفحصة دماغه المأخوذ من جمجمته بغرفة العمليات، ولهذا، اعتبرت العلاقة معه مستمرة طوال فترة العلاج.
يُحفظ دماغ هنري، بعناية، في البرافين،
وقد جرى تقسيمه إلى 2401 رقيقة دقيقة، وهي بمتناول اليد للبحث العلميّ، بتوفُّر
التقنيات الحديثة، حيث تسمح بتحقيق دراسات لا يمكن تخيلها سابقاً.
ألم الذاكرة
المفقودة، سيساعد في علاج أدمغة مصابة عند آلاف وملايين الأشخاص.
شاءت الظروف أن يُغيّر دماغ هنري كل شيء.
ليست هناك تعليقات:
إرسال تعليق