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2015-10-03

El libre albedrio y la culpabilidad penal a la luz de la neurociencia حريّة الإرادة والمسؤوليّة الجنائيّة على ضوء علم الأعصاب – الجزء الثاني والأخير Free will and criminal guilt in the light of neuroscience

Con estos casos y otros muchos de la literatura médica y científica cada vez está más claro que nuestro comportamiento, la toma de decisiones y ese conjunto de propiedades que hemos llamado histórica y filosóficamente libre albedrío o conciencia moral no es más que el resultado (dentro de la extraordinaria maquinaria de nuestros cerebros) de complejísimas interacciones a nivel génico, bioquímico y epigenético, en las que también influyen otros diversos factores entre los que cabe destacar los ambientales (como pueden ser sustancias tóxicas, agentes patogénicos o los elementos culturales) de tal manera que como comenta el neurocientífico Robert Sapolsky

¿Es un ser amado, hundido en una depresión tan grave que le impide actuar normalmente, un caso con una base bioquímica tan «real» como la bioquímica, pongamos, de la diabetes, o simplemente es alguien que se deja llevar? ¿A un niño le va mal en la escuela porque es lento y no tiene motivación, o porque sufre una discapacidad de aprendizaje de base neurobiológica? Un amigo que poco a poco va camino de tener un grave problema con el abuso de alguna sustancia, ¿muestra una simple falta de disciplina o sufre algún problema con la neuroquímica de la recompensa?

en la actualidad estaríamos pasando de la idea clásica del libre albedrío o de la culpa a la interpretación biológica del comportamiento humano en términos orgánicos. Todavía no tenemos las herramientas adecuadas para identificar todos los problemas y comprender en su totalidad como funciona nuestro cerebro, pero el escaso siglo de investigación neurocientífica realizado hasta ahora hace sospechar que gran parte de lo que en la actualidad llamamos simplemente comportamiento “anormal” puede tener bases biológicas desencadenantes, que bien pudieran ser corregidas o paliadas en el futuro una vez identificadas y estudiadas en profundidad.

Y entonces pasado este punto se plantea un importante problema. Porque como comenta Eagleman en su libro

Imaginemos un espectro de culpabilidad. En un extremo tenemos a gente como Alex el pedófilo… A ojos del juez y del jurado, se trata de gente que ha sufrido daño cerebral a manos del destino y que no ha escogido su situación nerviosa. En el lado responsable de la línea está el delincuente común, cuyo cerebro se estudia poco, y acerca del cual nuestra tecnología actual en realidad no podría decir gran cosa. La tremenda mayoría de los delincuentes están a este lado de la línea porque no sufren ningún problema biológico evidente. Simplemente se les considera actores que pueden elegir libremente. En la parte media del espectro podría encontrar a alguien como Chris Benoit, luchador profesional cuyo médico conspiró con él para proporcionarle enormes cantidades de testosterona con la excusa de hacer una terapia de reemplazo hormonal. A finales de junio de 2007, en un arrebato de furia conocido como furia de los esteroides, Benoit llegó a su casa, asesinó a su hijo y a su mujer y a continuación se suicidó ahorcándose con la cuerda de la polea de una de sus máquinas de pesas. Cuenta con el atenuante biológico de que las hormonas controlaban su estado emocional, pero parece más culpable porque, en primer lugar, decidió ingerirlas. A los drogadictos generalmente se les coloca en mitad del espectro: aunque se entiende más o menos que la adicción es una cuestión biológica y que la droga transforma los circuitos del cerebro, también se interpreta que los drogadictos son responsables de haber comenzado a tomarla.

estaríamos decidiendo sobre la inocencia o culpabilidad de las personas en base a nuestro actualmente imperfecto conocimiento científico. Y como comenta Eagleman este problema se irá amplificando a medida que se sucedan los avances en el campo ya que

La tecnología seguirá mejorando, y a medida que aprendamos a medir mejor los problemas del cerebro, la línea se desplazará hacia el lado de la no culpabilidad: es decir, se adentrará en el territorio de los que ahora se consideran totalmente responsables. Problemas que ahora son impenetrables se podrán examinar gracias a las nuevas técnicas, y quizá algún día descubramos que hay ciertos tipos de mal comportamiento que poseen una explicación biológica, tal como ha ocurrido con la esquizofrenia, la epilepsia, la depresión y la obsesión. Hoy en día podemos detectar sólo grandes tumores cerebrales, pero dentro de cien años podremos detectar pautas a niveles inimaginablemente pequeños del microcircuito que corresponden a problemas del comportamiento… A medida que aprendamos a especificar cómo el comportamiento se origina en los detalles microscópicos del cerebro, más abogados defensores apelarán a los atenuantes biológicos, y más jurados colocarán a los acusados en el lado de la línea de no responsable. Un sistema legal no puede definir la culpabilidad simplemente por las limitaciones de la tecnología actual. Un sistema legal que declara a una persona culpable al principio de una década y no culpable al final de la misma no tiene muy claro qué significa exactamente la culpabilidad.

Después Eagleman continúa

Tal como el neurocientífico Wolf Singer sugirió recientemente: aun cuando no podamos medir lo que funciona mal en el cerebro de un delincuente, podemos suponer con bastante seguridad que algo funciona mal. Sus actos son prueba suficiente de una anormalidad cerebral, aun cuando no conozcamos (y quizá no lleguemos a conocerlos nunca) los detalles. Tal como lo expresa Singer: «Mientras no podamos identificar todas las causas, cosa que no podemos hacer ahora y quizá no podamos hacer nunca, hemos de admitir que todo el mundo posee una razón neurobiología para ser anormal.» Observemos que casi nunca podemos medir la anormalidad de los delincuentes. Consideremos a Eric Harris y Dylan Klebold, quienes dispararon en el Instituto Columbine, Colorado, o a SeungHui Cho, el tirador de la Escuela Politécnica de Virginia. ¿Algo funcionaba mal en sus cerebros? Nunca lo sabremos, porque, al igual que ocurre con casi todos los tiradores de institutos, fueron abatidos en la escena del crimen. Pero podemos suponer con toda seguridad que en sus cerebros había algo anormal. Es un comportamiento extraño; casi ningún estudiante hace eso.

Lo esencial del argumento es que los delincuentes siempre deberían ser tratados como personas incapaces de haber actuado de otro modo. La actividad delictiva en sí misma debería considerarse prueba de anormalidad cerebral, sin importar si en la actualidad se puede medir o no. Esto significa que el testimonio experto de un médico puede ser profundamente problemático: a menudo, dicho testimonio refleja sólo si en la actualidad poseemos nombres y medidas para los problemas, no si los problemas existen.

Así pues, la cuestión de la culpabilidad está mal planteada. La pregunta correcta es: ¿qué hacemos, a partir de ahora, con alguien acusado de un delito?

En su libro Eagleman presenta algunas propuestas pero entiendo que en este punto todos deberíamos pararnos a reflexionar y responder de manera racional a las siguientes preguntas ¿qué tipo de sistema judicial y penitenciario es el más acorde para este siglo XXI? ¿queremos que nuestros descendientes de dentro de un par de generaciones nos cataloguen como crueles inquisidores animados únicamente por la sed de venganza, al igual que nosotros pensamos en la actualidad (bueno no todo el mundo) que los exorcismos son una prueba palpable de la ignorante barbarie supersticiosa humana? sobre todo porque en nuestra defensa no podremos alegar ignorancia, cuando a día de hoy ya tenemos elementos de juicio suficientes para entrever las previsibles conclusiones que el desarrollo de la neurociencia nos irá desvelando en las próximas décadas.

Según el defensor del pueblo vasco la mitad de los presos que cumplen condena en cárceles de Euskadi tienen problemas mentales fundamentalmente trastornos de personalidad.

 
 
 

  للآن، ليس لدينا الأدوات المناسبة لتحديد كل المشاكل ولا الفهم الشامل لكيفية عمل دماغنا، رغم قلّة البحث العصبيّ العلمي، فخلال القرن الأخير، توصلنا للشكّ بالقسم الأكبر مما نسميه بالوقت الراهن:
 
 سلوك "شاذ أو غير عادي".
 
 وإمتلاك هذا السلوك لقواعد بيولوجية (حيوية) واضحة، والتي أمكن تصحيحها أو تخفيفها بمجرد تحديدها ودراستها بعمق بوقت لاحق. 

وهنا، تبرز لنا مشكلة هامة كما يقول دافيد إيغلمان في كتابه.


لنتخيّل حزمة من الجرائم. 
 
لدينا مثال أليكس المهووس جنسياً (في الجزء الأوّل)، فهو بنظر القاضي وهيئة المحلفين شخص عانى من أذى دماغيّ بصورة قدريّة،  ولم يقم بإختيار وضعه العصبيّ. لكن، هو مسؤول في الإطار الجنائيّ العام كمُرتكب جُرم، تجري دراسة دماغه قليلاً والتقنيات المتوفرة حالياً، لا تقدِّم الكثير هنا. 
 
غالبيّة مرتكبي الجرائم العظمى هي ضمن هذا الإطار، لا تظهر أيّة مشكلة بيولوجية واضحة عليهم. يجري إعتبارهم منفذين يمكنهم الإختيار بحريّة. 


في وسط حزمة الجرائم تلك، يمكننا العثور على شخص مثل كريس بنوا (في الصورة أعلاه) كمُصارع محترف، قد تآمر معه طبيبه عبر إعطائه كميات كبيرة من التستوستيرون بذريعة علاج إستبدال هرمونيّ. 
 
بنهايات شهر يونيو حزيران 2007 أصيب بونوا بنوبة غضب شديد، يسمى الغضب الستيرودي، وحين وصل لمنزله، قتل إبنه وإمرأته، وانتحر لاحقاً بحبل قبّان (جهاز وزن). هذا مثال، يوضّح كيف تحكمت الهرمونات بوضع مشاعره كنموذج بيولوجيّ، لكن، يبدو أنه مذنب أكثر، لأنه قرّر تناول تلك الهرمونات وبتلك الكميات. 
 
كذلك، يجري تصنيف مدمني المخدرات وسط حزمة الجرائم، رغم فهم قصّة الإدمان كقضيّة بيولوجية، حيث تساهم المخدرات بتغيير وضع دارات الدماغ، كذلك، تقع المسؤولية على المدمنين في البدء بتناولها.


سنقرِّر مسألة براءة أو إدانة الأشخاص بناءاً على قاعدة معرفتنا العلمية الناقصة، كما يرى إيغلمان، وستتوسّع هذه المشكلة، ريثما يحصل تقدُّم في هذا الحقل.
 
 يجري تحسين التقنيات بإضطراد، وكلما تعلمنا تحديد مشاكل الدماغ بصورة أفضل، كلما بدا هذا بصالح غير المذنبين، ما يعني فهم أفضل لبعض حالات الإدانة الشاملة للأشخاص. 
 
هي مشاكل  صعبة التفكيك حتى الآن، ويؤمل بإختبارها بصورة أفضل بسبب حضور تقنيات جديدة، وربما، بيوم ما، سنكتشف أن أنواع محددة من السلوك السيء:
 
لها تفسير بيولوجي، كما حصل مع الشيزوفرينيا والصرع والإكتئاب والهوس. 
 
يمكننا حاليا كشف أورام دماغية كبرى فقط، لكن، خلال 100 عام، ربما، سنتمكن من كشف أنواع متناهية في الصغر، وبصورة لا يمكن تخيلها، وترتبط بمشاكل سلوكيّة. 
 
وعندما نتمكن من تحديد كيفية تأصيل السلوك دماغياً وبمستوى مجهريّ، سنرى محامين مرافعين مدافعين من منطلق بيولوجيّ، وسنرى قضاة محلفين يُبعدون المتهمين عن حدود الإدانة القاطعة أو الشاملة. 
 
لا يمكن لجهاز قضائيّ شرعيّ تحديد مسؤولية إرتكاب الذنب بصورة وافية بناءاً على التقنية الراهنة المحدودة. 
 
يُصرِّحُ جهاز قضائيّ بمسؤولية شخصية ببداية عقد من الزمن، ليعود ويعلن براءته بنهاية العقد ذاته، ليس هناك وضوح على مستوى تحديد مسؤولية إرتكاب الذنب أو الجُرْمْ بالضبط.


وكما إقترح الأخصائي بعلم الأعصاب وولف سينجر، من فترة قريبة، فحتى عندما لا نتمكن من تحديد العطل الوظيفي المُحتمل في دماغ مُرتكِب لجرم ما، يمكننا الإفتراض وبثقة كافية، بأنّ شيء ما، لا يعمل بصورة صحيحة فيه. 
 
تثبت أفعاله وجود إضطراب دماغيّ، رغم عدم توصلنا لمعرفة (وربما لن نتمكن من إلى هذه المعرفة أبداً) للتفاصيل. 

وكما يشرح سينجر:

"حال عدم التمكُّن من تحديد كل المسببات، لا نستطيع عمل شيء، الآن، وربما لن نتمكن من فعل شيء أبداً، سيتوجب علينا قبول فكرة إمتلاك كل الناس لسبب عصبيّ حيويّ لحدوث هذا الإضطراب". 


سنلاحظ بأننا لن نتمكن، بشكل شبه كامل، من قياس هذا الإضطراب عند مُرتكبي الجرائم. 
 
 
وإذا استحضرنا مثال إريك هاريس وديلان كليبولد اللذان قاما بإطلاق النار في معهد كولومبين في كولورادو (في الصورة أعلاه)، أو مثال سيونغهوي تشو (في الصورة أدناه) الذي أطلق النار في مدرسة التطبيقات التقنية المتعددة في فيرجينيا، فهل احتوت أدمغتهم على عُطل ما؟
 

 
 لن نعرف هذا أبداً، لأنّ هذا ما يحدث عند كل مُطلقي النار في المعاهد والمدارس، والتي يجري تحديدها ضمن مشهد الجريمة. لكن، يمكننا بناء إفتراض، يتمتع بشيء من المصداقية أو الموثوقية، يقول بوجود عطل ما بأدمغتهم. 
 
فسلوكهم غريب، ولا تسلك غالبية الطلاب على هذا النحو تقريباً.
 
يُبنى جوهر الدليل على وجوب إعتبار مرتكبي الجرائم غير قادرين على الفعل بطريقة أخرى.
 
 يجب إعتبار النشاط الجُرمي، بذاته، كدليل على وجود خلل دماغيّ، دون الإهتمام بإمكانيّة قياس هذا الخلل، راهناً، أو لا.

يعني هذا بأنّ شهادة خبير كطبيب يمكن أن تُعتبر إشكاليّة بعمق، حيث ستعكس تلك الشهادة إمكانية إمتلاكنا لأسماء وقياسات لتلك المشاكل، لا إمكانيّة وجود تلك المشاكل، في الغالب.

إذاً، طرح قضيّة المسؤوليّة - الذنب خاطيء. 
 
 التساؤل الصحيح، هو:
 
 ما الذي يمكننا فعله، منذ الآن، مع شخص مُتهم بإرتكاب جريمة؟


يقدِّم إيغلمان، في كتابه، بعض الإقتراحات، لكنني أفهم بهذا الإتجاه، بأنه سيتوجب علينا التوقُّف لتحقيق التأمُّل ومحاولة الإجابة بصورة منطقية على التساؤلات التالية:


ما هو نمط الجهاز القضائيّ والسجون الموافقة بصورة أكبر للقرن 21 الراهن؟ 

هل نرغب بإيصال فكرة للجيلين اللاحقين من متحدرينا، مفادها بأننا نتعطش للإنتقام؟ 

سيما أننا نمتلك، اليوم، عناصر قضائية كافية لتبيان الأسباب الحقيقية على ضوء تطوُّر علوم الأعصاب خلال العقود الأخيرة.


بحسب ديوان مظالم شعب الباسك: 
 
نصف المعتقلين الذين يقضون عقوبات سجن في إقليم الباسك مصابين بمشاكل عقلية جوهرها إضطرابات بالشخصية.
 
 
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