Quizás
una de las más surrealistas y esquizofrénicas instituciones del mundo reside en
la minúscula (pero no por ello menos poderosa) Ciudad-Estado del Vaticano, en
donde varias decenas de nuestras más brillantes y privilegiadas mentes se
reúnen de forma periódica para intentan denodadamente, al más puro estilo del
Sísifo mitológico y en el más precario equilibrio mental, establecer puentes de
unión entre los más avanzados conocimientos científicos que se suceden
vertiginósamente, casi de manera exponencial con el conjunto de mitos, leyendas
y supersticiones varias transmitido durante milenios de padres a hijos por el
pueblo judío, escritos que posteriormente fueron reeditados y reinterpretados
una y mil veces por la escolástica cristiana durante los dos últimos milenios.
Esta
carrolliana institución cuenta en su haber con eminentes científicos, algunos
de ellos galardonados con el Nobel, miembros nombrados por designación directa
del anciano (infalible bajo la asistencia de la Sagrada Paloma Cósmica) rey de
Roma, que tienen como misión fundamental promover el conocimiento científico y
su relación con la moral, así como el asesoramiento científico al máximo
purpurado y al resto de sus acólitos con solideo.
Aunque
la mayoría de sus miembros son católicos, la Academia es una institución
multiconfesional de tal manera que por ejemplo su actual presidente, el premio
Nobel Werner Arber es protestante. Y para que vean la filosofía que impregna
dicha institución dejemos que sea su propio laureado presidente quien nos lo
explique con sus propias palabras:
Durante
largos periodos de tiempo, seres humanos curiosos adquirieron el conocimiento
científico principalmente mediante la observación por medio de sus sentidos,
ayudados por la reflexión mental y el razonamiento lógico. El capítulo del
Génesis del Antiguo Testamento representa para mí un testimonio de una antigua
visión científica del mundo ya existente hace varios miles de años. Tal
capítulo refleja también la coherencia entre la fe religiosa y el conocimiento
científico hasta entonces alcanzado. El Génesis propone una secuencia lógica de
acontecimientos en la cual la creación de nuestro planeta Tierra podría ser
seguida por la creación de las condiciones para la vida. Las plantas fueron
introducidas y éstas fueron, en un momento dado, el alimento de los animales
antes de la introducción final del ser humano. Dejando de lado la cuestión de
la Revelación, esto es claramente una narración lógica del posible origen
evolutivo de las cosas según unos acontecimientos imaginados orientando la
naturaleza, que observaban las antiguas poblaciones. Por la genealogía descrita
en el Antiguo Testamento, puedo también concluir que sus autores eran
conscientes de las variantes fenotípicas (o sea, genéticas). Las personas
descriptas tienen sus propias características personales y, por tanto, no son
clones genéticamente idénticos de Adán y Eva. En estas narraciones podemos
identificar una gran coherencia entre la fe religiosa disponible entonces y el
conocimiento científico sobre el desarrollo evolutivo. Es nuestro deber hoy en
día mantener (y donde sea necesario, restablecer) dicha coherencia basándonos
en nuestro mayor conocimiento científico. Es mi convicción que el conocimiento
científico y la fe son, y deben seguir siendo, elementos complementarios de
nuestro saber orientativo.
O
recordemos la Sesión Plenaria de la Academia que llevaba el sugerente título de
“El Conocimiento Científico actual sobre la Evolución Cósmica y Biológica”
celebrada en el año 2009, en donde el papa Benedicto XVI en su discurso
inaugural dejo bien asentadas estas claras directrices:
La
distinción entre un simple ser vivo y un ser espiritual que es capax Dei [capaz
de recibir a dios], apunta a la existencia del alma inteligente de un sujeto
trascendente y libre. Así, el Magisterio de la Iglesia ha afirmado constantemente
que “Cada alma espiritual es creada inmediatamente por Dios, no es ‘producida’
por los padres y también que es inmortal “(Catecismo de la Iglesia Católica,
366). Esto apunta al carácter distintivo de la antropología e invita a la
exploración de la misma por parte del pensamiento moderno.
Blanco
y en botella, como diría el refrán mientras los insignes científicos escuchaban
arrobadamente tan “sabias como ciertas” palabras. Bueno ¿Y por qué es tan
importante tener en cuenta o simplemente discutir todas estas disquisiciones
religioso-filosóficas emanadas de nuestro más oscuro y supersticioso pasado?
¿Qué tiene que ver todo esto de si existe o no un dios (o una miríada de entes
espirituales o lo que sea) con el trabajo de experimentación, bien dentro del laboratorio
o fuera, en el estudio de campo? ¿Ello altera o modifica el análisis o la
interpretación de los resultados científicos?
La
labor investigadora no consiste en mezclar reactivos en un matraz al tuntún y
luego ver el resultado (esperando que todo ello no explote) tal y como muchas
veces la literatura o el cine nos muestran, sino que todo trabajo científico
comienza con una recopilación del conocimiento previo sobre el tema a partir
del cual se plantea una hipótesis científica, que servirá de base para diseñar
los experimentos o recoger la información de campo, con los que finalmente y
con un poco o mucho de suerte validar o, como desgraciadamente ocurre multitud
de veces, refutar dicha hipótesis de partida en un proceso que se conoce como método científico.
Y
para que estos estudios sean al final esclarecedores se deben tener en cuenta
todos los elementos pertinentes que puedan influir en el desarrollo del modelo
propuesto (y descartar aquellos otros que sean superfluos o irrelevantes,
porque si no podríamos pasarnos años y años sin avanzar haciendo experimentos
innecesarios, pero muchas veces nada baratos mientras malgastamos el escaso
dinero público que nos ha sido concedido). Así que al final, en cualquier
investigación se incluyen innumerables controles (desde los más simples a los
más complejos), de tal manera que una mala planificación, por error o por
simple desconocimiento al controlar una variable puede invalidar completamente
un estudio y dar al traste con años de ímprobos esfuerzos científicos. Todo
investigador ha vivido o conoce de primera mano casos de estudios que han
fracasado estrepitosamente durante años porque por ejemplo no se conocía que un
determinado factor estaba influyendo y sólo cuando ese elemento es tenido en
cuenta, como si de un ¡Eureka! se tratara, todo encaja a la perfección y el
mecanismo es desentrañado casi sin esfuerzo (bueno, es un decir).
Entonces,
volviendo al caso de la antropología presentado por el anterior papa en su
discurso sobre evolución cósmica y biológica, no es lo mismo científicamente
hablando asumir que no asumir una posible intervención divina en forma de alma
en el desarrollo cognitivo del ser humano. Si un científico capaz y honrado
tiene sospecha o indicio alguno de la existencia del alma o del poder de un
dios o de cualquier otra entidad (supra- o simplemente natural, por ejemplo una
civilización extraterrestre al estilo del famoso monolito de la genial película
2001) en el desarrollo de la conciencia humana, tiene la obligación profesional
de incluirla en sus hipótesis de trabajo y si puede sobre todo añadirla en su
experimentación, ya que una de las mayores fuentes de desprestigio que puede
sufrir un investigador a lo largo de su carrera es que, en un congreso o al
enviar un manuscrito a publicar, otro científico le haga notar que no ha
incluido un control relevante pero evidente o que no ha tenido en cuenta un
factor clave conocido, por lo que todo su estudio quedaría invalidado y
carecería de la más mínima relevancia, dejando además una sensación de terrible
falta de profesionalidad. Porque si, como el papa católico y multitud de
representantes de otras religiones aseguran, existen elementos no materiales
que influyeron (y que todavía influyen) en nuestro desarrollo como especie todo
el conocimiento actual, no sólo en antropología, sino también en neurociencias
y áreas afines (psiquiatría, psicología, comportamiento, etc.) debería ser
puesto en cuarentena y reevaluado profundamente o incluso ser desechado por
erróneo parcial o totalmente a la luz de esa nueva pero determinante y
modeladora variable.
Lo
mismo pasaría en otra multitud de áreas del saber. Por ejemplo, no es lo mismo
la existencia de un dios al estilo del Primer Motor Inmóvil aristotélico, cuya
única acción consiste en poner en marcha el Big Bang para que después todo se
desarrolle según las leyes del Universo, en cuyo caso la ciencia podría
explicar satisfactoriamente todo (excepto ese primer instante y lo que ocurrió
antes, siempre y cuando esas leyes sean congruentes y no el desatino de un
geniecillo con humor o simple mala leche, al estilo del infame argumento
creacionista de que, los fósiles han sido dispuestos por dios como forma de
probar la fe de los cristianos y confundir a los científicos ateos) sin
necesidad de hipotetizar nada, que el dios por ejemplo de la Biblia (al que por
cierto adoran algunos investigadores) que se inmiscuye constantemente en la
naturaleza y que dedica gran parte de su tiempo y su esfuerzo a satisfacer, los
por otra parte mezquinos deseos y necesidades de algunos pocos y privilegiados
monos, habitantes del tercer planeta que orbita alrededor de una estrella
intrascendente y perdida en un rincón de una galaxia de lo más anodina.
Además,
como cualquier persona puede entender, no es lo mismo estudiar entornos o procesos
naturales intactos que aquellos que han sido influidos en mayor o medida por
entes inteligentes. Así por ejemplo, los científicos medioambientales tienen
siempre muy en cuenta si el ecosistema que están estudiando es prístino o
sospechan que ha sufrido la acción humana, puesto que entonces existirán ríos
que se desvían de su curso natural o se secan, aparece desforestación o nuevas
plantas exóticas, etc. que de otra manera no tendrían ninguna explicación
racional. Y ese cambio ha podido ser muy lejano en el tiempo, muchos siglos
después desde la última acción humana y aún así seguir dejando un rastro
identificable. Por ejemplo, el estudio de fotografía espacial de infrarrojos
permite diferenciar la selva primigenia de aquella que ha crecido por encima de
ruinas y así poder localizar emplazamientos arqueológicos. Además, desde el
punto de vista operativo no es lo mismo enfrentarse a un problema “natural”
frente a otro “artificial”. Así cuando se produce un incendio, si su origen es
natural probablemente parte desde un único foco ubicado al azar, mientras que
si ha sido provocado por un pirómano, los equipos de bomberos esperan
enfrentarse a diversos focos ubicados en localizaciones particulares que
faciliten su propagación. Tampoco es equivalente que las autoridades sanitarias
se enfrenten a una epidemia sabiendo que es natural o que sospechen que ha
podido ser provocada por terroristas biológicos o ya puestos por la ira divina.
Por
tanto, el despreciar la influencia de seres extraterrestres (en su más amplia
acepción) en nuestra realidad (si tuviéramos la más mínima prueba de su
existencia) no sólo sería un error científico de proporciones antológicas,
desde el momento en el cual la principal misión de los investigadores es
desentrañar cómo funciona el mundo, sino también una irresponsabilidad total.
Eso sin olvidar que aquel que demostrara esa influencia “externa” de cualquier
manera y en cualquier rama del saber, no sólo sería premiado con las mayores
distinciones académicas, sino que muy probablemente sería venerado como un
nuevo profeta por si no todas, sí bastantes de la miríada de religiones
inventadas por la Humanidad.
En
resumen, que si un científico religioso no incluye o no tiene en cuenta la
variable supranatural en sus estudios, o es un mal científico (por muy premio
Nobel que sea) o se comporta de manera totalmente indistinguible de otro
investigador ateo al despreciar por (casi) imposible esa posibilidad. Y a la
vista de los datos de cómo funciona el mundo científico, ello indica
objetivamente que hay menos verdaderos científicos cristianos en el mundo que
linces ibéricos en España, que ya es decir.
Pero
mientras tanto la Academia Pontificia de las “Ciencias”, con la inestimable
ayuda de algunos veteranos investigadores, continúa con su labor de zapa y mina
socavando los principios más fundamentales de la ciencia.
Finalmente,
les dejo con las cristianas y anticientíficas reflexiones de Werner Arber
Y
después de este supersticioso carnaval de viejas glorias de la ciencia reunidas
servilmente para rendir honores a la más cruda irracionalidad, ¿con qué
autoridad se les va a exigir a los estudiantes, aspirantes a futuros
científicos que sean cuidadosos en sus hipótesis, rigurosos a la hora de
realizar y analizar los experimentos y que únicamente extraigan las
conclusiones que se deriven directamente de sus ensayos, sin dejarse llevar
nunca por cualquier otro elemento extraño al método científico?
P.D.
Y si
se me permite la osadía, a la frase de Stephen Hawking que encabeza esta
entrada
“La ciencia no
deja mucho espacio ni para milagros ni para Dios”
yo le
añadiría esta adenda:
“Y este pequeño
espacio se acorta día a día a pasos agigantados”
P.D.2
Entrada
especialmente dedicada a la Semana Santa cristiana.
واحدة من أكثر المؤسسات سورياليّة
وفصاميّة في العالم، هي أكاديمية العلوم المتواجدة في مدينة – دولة الفاتيكان، حيث
تجتمع عقول نيِّرة، بصورة دورية، بغاية بناء الجسور بين المعارف العلمية المتقدمة
ومجموعة من الأساطير والقصص والمزاعم، التي تناقلها الآباء والأبناء، على مدار آلاف
الأعوام من اليهودية إلى المسيحية، بالألفي عام الأخيرة.
يعمل علماء بارزون بتلك المؤسسة، نال
بعضهم جائزة نوبل، يتعيَّن بعضهم بصورة مباشرة من بابا الفاتيكان، ومهمتهم
الأساسيّة تعزيز المعرفة العلمية وربطها بالأخلاق، فالكاردينال مستشار علمي، الباقون معاونون من الكهنة معتمري القلنسوات.
بالرغم من أنّ غالبيّة أعضائها كاثوليك،
فينتسب أشخاص من
مذاهب متنوعة لأكاديمية الفاتيكان، فعلى سبيل المثال، رئيسها الحالي الحائز على جائزة نوبل فرنر أربر
بروتستانتي. ولكي نفهم فلسفة تلك الأكاديمية، نقرأ بعض الكلام، مما قاله رئيسها هذا:
"على مدى زمني طويل جداً، اكتسب الكائن
البشريّ، المسكون بالفضول، المعرفة العلمية، من خلال الملاحظة، بالمقام الأوّل، واستعمال حواسه
الخمس ودعم التفكير الذهني والمحاكمات المنطقية. يمثِّل سفر التكوين بالعهد
القديم، بالنسبة لي شخصياً، شهادة على رؤية علمية قديمة للعالم القائم منذ عدة
آلاف من الأعوام. ويعكس هذا السفر الإنسجام بين الإيمان الديني والمعرفة العلمية
التي تحققت حديثاً. يقترح سفر التكوين تسلسلاً منطقياً بالحوادث، والتي بسياقها، جرى
خلق الأرض كنتيجة لخلق الظروف المؤاتية للحياة. فقد خلق النباتات بداية، والتي شكلت، بدورها، غذاءاً للحيوانات، كمقدمة لخلق الإنسان بالنهاية. لنترك جانباً مسألة
الوحي، فتلك القصة بسفر التكوين، يمكن أن تشكّل رواية منطقية لأصل تطوري محتمل
للأشياء، بحسب حوادث متخيلة موجهة في الطبيعة، قد لاحظتها جماعات قديمة. من شجرة
الأنساب الموصوفة في العهد القديم، يمكنني استخلاص وعي مؤلفيها
للتغيرات النمطية الظاهرية (أو حتى للتغيرات النمطية الجينية). الاشخاص
الموصوفون لهم ملامحهم الخاصة الشخصية، وبالتالي، ليسوا نسخاً متطابقةً جينياً عن آدم
وحواء. يمكننا، عن طريق تلك القصص، تحديد إنسجام هائل بين الإيمان الديني الصالح
وقتها وبين المعرفة العلمية حول النموّ التطوريّ راهناً. واجبنا، اليوم، هو الحفاظ
على هذا الإنسجام. أنا على قناعة بأنّ المعرفة العلمية والايمان الديني يكونا، بل
يجب أن يكونا هكذا دوماً، عنصران متكاملان بمعرفتنا التوجيهية".
لنتذكر بعض ما قاله البابا بنديكيت السادس
عشر في خطابه أمام افتتاح دورة بالأكاديمية تحت اسم "المعرفة العلمية
الراهنة حول التطور الكونيّ والبيولوجي" العام 2009، حيث قال:
"يُشير التفريق بين كائن حيّ بسيط وكائن
روحاني (قادر على تلقي كلمة الله) لوجود الروح الذكيّة في ذات متسامية
وحرّة. لقد أكدت هيئة التعليم الكنسية، بصورة دائمة، على أنّ "كل روح
مخلوقة (مخلوق) مباشرة من الله، وليست "منتجة" من الأبوين وهي خالدة لا تموت" (تعاليم الكنيسة الكاثوليكية، 366). يحدد هذا الميزة الخاصة بعلم الإنسان ويدعو التفكير الحديث ذاته لإكتشافه".
كلام واضح ولا يحتاج تفسير!
لكن، لماذا
يحمل أخذ تلك القضايا الدينية –
الفلسفية، القادمة من ماضينا المغرورق بالظلام، بالإعتبار الأهميّة؟
ما علاقة كل هذا بإمكانية وجود أو
لا وجود لله (أو عدد غير محدد من تلك القوى الغيبية الروحانية) وربطه بعمل
الإختبارات، سواء في مختبرات أو خارجها، في هذا المضمار؟
هل يساهم هذا بحرف
التحليل أو التفسير لنتائج البحث العلمي؟
لا يقوم العمل البحثيّ على مزج مجموعة
عناصر في قارورة، والنظر بالنتائج لاحقاً (مع الأمل بعدم انفجار المزيج!) كما
نشاهد بأعمال درامية سينمائية؛ بل يبدأ كل عمل بحثي علمي بتجميع معلومات مسبقة حول
الموضوع قيد البحث:
ستساهم بصياغة فرضيّة علمية، والتي ستفيد بتأسيس قاعدة لتصميم
الإختبارات والتجارب أو تحصيل المعلومة من أرض الواقع، والتي بالنهاية، ستؤدي
لتأكيد صلاحيتها أو دحضها، ويحصل هذا كلّه بسياق ما يسمى "المنهج العلميّ".
ولأجل تحصيل نتائج مرضية في البحث العلمي،
يجب الأخذ بالحسبان لكل العناصر المؤثرة في تطوير النموذج المقترح، والعمل على
إقصاء كل ما هو زائد عن الحاجة غير مفيد، بغية توفير المال العام المخصص لهذا
البحث من جهة، وتوفير الوقت الضروري لهذا البحث من جهة أخرى. فمن العبث هدر جهود
بحثية دون تحصيل نتائج هامة.
بالعودة لقضيّة علم الإنسان
المطروحة في خطبة البابا السابق حول التطور الكوني والبيولوجي، فالأمر ليس ذاته،
علمياً، حين إفتراض أو عدم إفتراض إمكانية تدخُّل إلهي بصيغة روح في التطوُّر
الإدراكي المعرفي للكائن البشريّ. فيما لو يمتلك عالم متمكِّن وصادق أيّ شكّ أو مؤشّر
لوجود الروح أو أيّة سلطة إلهية (فوق طبيعية، غيبية، حضارة كائنات فضائية، مثلاً،
كالتي نراها بأعمال درامية) بسياق نموّ وعيه البشريّ، فهو مُجبر مهنياً على
تضمينها في فرضيات البحث، ويمكنه إضافتها خصوصاً لإختباراته وتجاربه، فمن أهم
مصادر التقييم السلبيّ، التي يواجهها الباحث خلال عمله، في مؤتمر أو عند إرسال
مشروعه للنشر، هو ملاحظة باحث آخر لعدم تضمينه لعامل جوهري، لكن، بديهي لم يأخذه
بالحسبان، ولهذا، فكل دراسته غير صالحة وتفتقر للأهمية، إضافة لتركه إنطباع،
يدل على فقدانه للمهنية. لكن، وعلى إعتبار أن بابا الفاتيكان وممثلي أديان أخرى،
يؤكدون على وجود عناصر لامادية مؤثرة (وللآن، تؤثر) في تطور معارفنا كنوع حيّ،
ليس فقط في علم الإنسان، بل كذلك، في علوم الأعصاب وأقسام محددة (التحليل
النفسي، علم النفس، السلوك ...الخ)، والتي يجب إعادة تقييمها بعمق وحتى رفضها
لوجود أخطاء جزئية أو كاملة على ضوء تلك الصياغة الجديدة المتغيِّرة.
وهذا ما سيحدث مع حقول معرفية أخرى. فعلى
سبيل المثال، ليس ذات الشيء، وجود إله كمحرِّك أوّل ثابت أرسطي، يظهر
فعله الوحيد عبر إطلاق الانفجار الكبير، لكي يتطوّر كل شيء، لاحقاً، وفق قوانين
الكون، حيث يمكن للعلم تحقيق تفسيرات لكل شيء بصورة مُرضية (ما عدا اللحظة الأولى
وما سبق الإنفجار الكبير، حيث تحضر التفسيرات الخلقية وإختبار الإيمان عند
المسيحيين وتحقيق التشويش عند العلماء الغير مؤمنين) دون الإحتياج لإفتراض أي شيء، ووجود
إله كإله الكتاب المقدس (الذي يعبده بعض الباحثين)، والذي يتدخل بثبات في الطبيعة
ويخصص جزء من وقته وجهده لإرضاء رغبات وحاجات بعض سكّان الكوكب الثالث، والذي يدور
حول نجم، ويتواجد بزاوية مهملة من المجرّة.
كذلك، وكما يمكن أن يفهم أيّ شخص، فليس
ذات الشيء، دراسة نطاقات أو حوادث طبيعية مجرّدة، وتلك التي تعرضت لتأثيرات كائنات ذكيّة بدرجة ما. هكذا، نجد مثلاً بأنّ علماء البيئة يأخذون إمكان تعرُّض النظام البيئي المدروس لأيّ فعل بشريّ بالحسبان، حيث تتغيّر مسارات جريان أنهر أو تجفّ، تختفي أحراش أو تظهر نباتات جديدة ..الخ. فلا تجد أيّ
تفسير منطقيّ، وأمكن لهذا التغيُّر الإستمرار لزمن طويل، وبمرور قرون على آخر تأثير
بشريّ، للآن، يبقى ملمح او شيء غير قابل للتحديد. على سبيل المثال، دراسة صورة فضائيّة
بالأشعة تحت الحمراء، تسمح بالتمييز بين الحرش الأصليّ والحرش النامي فوق خرائب،
وبهذا، يمكن تحديد مواقع أثرية. كذلك، اعتباراً من وجهة نظر عملية، ليس ذات الشيء،
مواجهة مشكلة "طبيعية" مقابل مشكلة "إصطناعية" أخرى.
فمثلاً، حين يحصل حريق ذو أصل طبيعي، ففي الغالب، يجري التركيز على سبب صدفوي، وفي حالة الحريق الناتج عن فعل فاعل، فسيتعامل الإطفائيون مع عدّة أسباب محتملة تسهّل إنتشارهم. كذلك، الأمر ليس ذاته، أن تواجه السلطات الصحية وباءاً طبيعياً أو
وباءاً، قد سبَّبَه إرهابيون بيولوجيون أو فرضه سخط الآلهة!
بالنتيجة، في حال عدم أخذ عالم متديِّن التنوُّع الفوق طبيعي في دراساته بالحسبان، فإما هو عالم شرّير (حائز على نوبل)
أو يسلك بصورة مطابقة لباحث غير مؤمن، فهناك شبه إستحالة بظهور تلك الإمكانيّة.
فمن خلال رؤية تفاصيل كيفية عمل العالم، علمياً، فسنجد أنّ عدد العلماء المسيحيين
الموضوعيين أقلّ من عدد حيوانات الوشق الإيبيريّ في إسبانيا!!
إذاً، تتابع أكاديمية "العلوم"
البابوية طريقة عملها بتقويض مباديء العلم الأساسيّة. واسمحوا لي، أن أختم بما قاله
ستيفين هاوكينغ:
"لم يترك العلم الكثير من الأماكن
لا للإله ولا للمعجزات".
وأضيف أنا:
"وتقلّ تلك الأماكن، بمرور الوقت،
ودون توقُّف".
خصصنا هذا الموضوع لمناسبة أعياد الفصح!
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